Se ha despertado aturdido, confuso como en tantas ocasiones. Casi triste. Ha despertado con las primeras luces del día y ha dado vueltas en la cama, tratando de recuperar el sueño sin conseguirlo, tratando de recuperarse de la inexplicable desazón que le invade algunas mañanas. Ha tratado de imaginar y de dormir de nuevo hasta que le ha dolido el cuerpo.
Entonces se ha levantado.
Ha permanecido sentado en la cama unos minutos.
Ha mirado en dirección a su escritorio y la ha visto. Entonces se ha puesto en pie y ha puesto bocabajo, contra la mesa, la foto de esa mujer.
Se ha detenido unos instantes con la mano en el dorso del marco y entonc
La oficina está prácticamente desierta, salvo por unas cuantas personas a quienes, como a un servidor, aun no les ha llegado el turno de disfrutar de sus vacaciones de verano.
Rellenar informes, mover papeles de un lado a otro, inventariar, comprobar facturas. Un montón de trabajo. Trabajo duro. Trabajo aburrido.
Un silencio anodino, vacío de si mismo, interrumpido por toses, carraspeos, bostezos, suspiros, el roce del bolígrafo sobre el papel, el traqueteo de los teclados y las llamadas telefónicas a media voz. Un silencio vacío de silencio.
Quiero permanecer centrado, hay mucho trabajo para hacer y poco tiempo para hacerlo. Pero el esfue